Desde el punto de vista científico aquello no era algo raro, sinó, sencillamente imposible para cualquier humano. No se puede sobrevivir mucho sin dormir. Se sabe que todo el mundo tiene que hacerlo de manera imprescindible, no solo para darle descanso al cuerpo sinó, tambien para darle alimento a su mente. Dormir equivale a comer, beber o respirar, no se puede prescindir de eso. Cada órgano está hecho de tal forma, que requiere sin vueltas, su descanso. Sin embargo, esos primeros médicos comprobaron que Alphonse no mentía. El testimonio público que hicieron empujó a docenas de colegas hasta aquel pueblo de Nueva Jersey. Y luego a cientos de turistas. Los habitantes del lugar hicieron su agosto alquilando albergues, abriendo fondas y tabernas, guiando a los visitantes y hasta vendiendo souvenirs, que incluirían frasquitos de la tierra de ese poblado. Todo el mundo, turnándose empecinadamente para vigilar al fenómeno, pudo comprobar que no había fraude: ese hombr no dormía jamás y nunca lo hizo en su vida. Mimado por quienes llegaban hasta allí, Alphonse murió el 3 de enero de 1947, felíz por toda la compañía cariñosa. Al fín se durmió -y para siempre- por primera vez en su existencia. Tenía 94 años de edad. Nunca tuvo una explicación racional para lo suyo.

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